Hace menos de 10 años solo un pequeño porcentaje de la población tenía conciencia de que era la celiaquía. Hoy en día, el porcentaje se ha cuadriplicado, y lo que es más importante, cada vez son más las personas que tienen esta intolerancia.
La celiaquía es una intolerancia permanente al gluten de trigo, cebada, centeno, espelta, kamut, triticale y probablemente avena, que se presenta en individuos genéticamente predispuestos.
El hábito alimenticio del paciente diagnosticado como celíaco, se verá afectado directamente, debido a que una mejora en su estado de salud y en su calidad de vida, dependerá de su alimentación. Ya que todos los cereales con gluten y sus derivados, deberán ser excluidos de su dieta definitivamente.
Pero no por ello, deberá de restringir su ingesta en hidratos de carbono, sino, que podrá introducir cereales poco consumidos. Cereales libres en gluten como el arroz o el maíz. Y también otros cereales, de grano entero como; el trigo sarraceno, la quínoa o el mijo.
Es importante cuidar la alimentación de estos pacientes, ya que existen estudios que han analizado su alimentación y los resultados indican que, el 39% de los nuevos diagnosticados tenían problemas de sobrepeso. Y lo que es peor, después de su diagnostico, aumentaban de peso. Al igual que el porcentaje de individuos celíacos con problemas de peso.
Esta situación es debido a que los celíacos consumen alimentos libres de gluten, por lo que suelen consumir una elevada cantidad de grasas y proteína.
Por este motivo es sumamente importante, que los nuevos celíacos estén correctamente informados de los alimentos que deben y no deben consumir y sobre todo, que se promueva un consumo diario de frutas y verduras. Ya que al no consumir cereales, suelen tener problemas intestinales por la falta de fibra en su dieta.