Las vacaciones son todo un peligro para aquellas personas que intentan mantener su peso día tras días y cuidarse. Pero aun más, si esas vacaciones son las de verano.
Tinto de verano, helados, pasteles, dulces típicos del lugar donde se veraniega, ensaladas con muchas salsas, etc. son algunos de los alimentos y bebidas que forman parte de nuestra alimentación cuando estamos veraneando.
Para evitar sorpresas en el peso, vamos a hacer unas sencillas pero interesantes recomendaciones para mantener un correcto estado nutricional y a la vez, mantener, dentro lo posible, nuestro peso habitual.
Buffet desayuno.
Suele ser la estrella de cualquier hotel. El hecho de que sea buffet parece que exista la obligación de comer de todo, probarlo todo y salir de ahí con 2 kg de más. Debemos pensar que nos espera todo un día de oferta gastronómica, por lo que no podemos ingerir todas las calórias diarias en una comida.
Debemos seleccionar los alimento que queremos comer desde el principio, probar pequeñas cantidades, no llenar demasiado los platos y dejar otros platos y alimentos para el día siguiente.
Intenta seguir una pauta alimentaria: lácteo, proteína e hidrato de carbono. Y al poder ser, una pieza de fruta para poder
Picar entre horas.
Si tus vacaciones consisten en hacer muchas excursiones y caminar mucho, intenta llevar siempre contigo alguna pieza de fruta. Esta opción es muy saludable, además de ser una forma de mantener tu hidratación.
Los “snacks”, es decir, el picar entre horas es correcto siempre y cuando selecciones los alimentos más apropiados para tu salud. Otra manera saludable y refrescante es prepararte tú mismo un batido de frutas, a base de leche, un poco de azúcar o stevia y frutas de temporada.
Platos típicos de la zona.
¿Quién puede resistirse a probar un plato nuevo? Por lo general, los platos típicos de las zonas dónde se suele ir de vacaciones, sueles ser platos muy pesados, ricos en grasas o proteínas grasas. Por lo que nos podemos permitir el probar, pero no el comer una excesiva cantidad de alimentos.
Una buena y correcta opción es compartir platos, sobre todo si son muy calóricos.
Helados.
Un helado para refescarnos por la mañana, otro por la tarde y el último después de cenar… debemos ir con cuidado con estas pequeñas bombas calóricas.
Unos 100 gramos de un helado cremoso normal, contiene como mínimo unas 200 Kcal. Si al helado le sumamos el cono de galletas más una cobertura de chocolate el helado puede llegar fácilmente a las las 350 Kcal. Además, contiene grasas, de las cuales la mayoría son saturadas y azúcar.
¿Podemos comer helado? Sí, pero con moderación e intentado tomar siempre la opción más pequeña.
Coctels y otras bebidas.
A pesar de que no se les tiene en cuenta su aporte calórico, las bebidas carbonatadas, alcohólicas, zumos o refrescos combinados con alcohol aportan calorías vacías. Lo que quiere decir que por mucho que tomemos, no aporta ningún valor nutritivo.
Así pues, intenta reducir al máximo su consumo y sustitúyelo por agua o por infusiones refrescantes o zumos de limón caseros con stevia.
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