Los niños que comen muchas comidas saladas también tienden a consumir más bebidas azucaradas, lo que a su vez podría estar relacionado con el riesgo de obesidad, sugiere un estudio reciente.
Los hallazgos plantean la posibilidad de que controlar la ingesta de sal de los niños podría terminar beneficiando a sus cinturas, informan los investigadores en línea el 10 de diciembre y en la edición impresa de enero de la revista Pediatrics.
El estudio de casi 4,300 niños y adolescentes australianos halló que mientras más sal comían los niños cada día, más líquidos bebían. Lo mismo sucedió cuando los investigadores se concentraron en casi dos tercios de los niños que bebían bebidas azucaradas. Por cada 390 miligramos (mg) de sodio que consumían al día, en promedio bebían 0.6 onzas adicionales de refrescos, jugos u otras bebidas endulzadas con azúcar.
A su vez, esas calorías líquidas se relacionaban (aunque débilmente) con el riesgo de obesidad.
Los niños que consumían más de una bebida azucarada al día tenían un 26 por ciento más de probabilidades de tener sobrepeso o ser obesos que los niños que evitaban las bebidas. Pero esa conexión se debilitó cuando los investigadores incluyeron los hábitos de ejercicio.
No es exactamente sorprendente que los niños a quienes les gustan los alimentos salados también sientan debilidad por los refrescos u otras bebidas azucaradas, según Lona Sandon, profesora asistente de nutrición clínica del Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas.
Pero no está claro que el sodio adicional en realidad haga que los niños beban más bebidas endulzadas, apuntó.
«Estos datos no nos dicen nada sobre la causalidad», señaló Sandon. «No sabemos que si logramos que los niños reduzcan la ingesta de sodio beberían menos bebidas endulzadas con azúcar».
Uno de los investigadores del estudio se mostró de acuerdo. Pero limitar el acceso de los niños a los refrigerios ricos en sodio y a las bebidas azucaradas sería una buena medida, según Carley Grimes, candidata a un Ph.D. en la Universidad de Deakin en Burwood, Australia.
«Como padre, la mejor opción es fomentar el agua como bebida y limitar la disponibilidad de bebidas azucaradas», apuntó Grimes.
En cuanto a los alimentos salados, el consumo excesivo puede aumentar la presión arterial, incluso entre los niños.
En general, los expertos recomiendan que los adultos y los niños no ingieran más de 2,300 mg de sodio al día. Pero un estudio reciente de los niños y los adolescentes de EE. UU. halló que consumían, en promedio, casi 3,400 mg de sodio al día.
Los estadounidenses obtienen la mayor parte del sodio de los alimentos procesados y de las comidas de los restaurantes, no de los saleros de la cocina. Sandon y Grimes dijeron que lo mejor es reducir ese tipo de alimentos y reemplazarlos con frutas, verduras y otros alimentos integrales.
El estudio incluyó a casi 4,300 participantes de 2 a 16 años de edad que fueron entrevistados (o cuyos padres fueron entrevistados) sobre sus dietas en las últimas 24 horas.
En general, el 62 por ciento consumió al menos una bebida endulzada con azúcar. En promedio, esos niños consumían 2,500 mg de sodio al día, y poco más del 5 por ciento eran obesos. Con respecto a sus pares, que se mantenían alejados de las bebidas azucaradas, poco más de un 3 por ciento eran obesos, y la ingesta promedio de sodio era de poco más de 2,300 mg.
Cuando los investigadores observaron el riesgo de obesidad, hallaron que los niños que consumían al menos una bebida endulzada con azúcar al día tenían un 26 por ciento más probabilidades de tener sobrepeso o ser obesos. Para esto se tomaron en cuenta factores como los ingresos familiares y la ingesta total de calorías.
Pero entonces los investigadores observaron un subgrupo de niños que habían reportado sus hábitos de ejercicio. Y una vez se incluyó el ejercicio, la relación entre la obesidad y las bebidas azucaradas dejó de ser estadísticamente significativa, lo que significa que quizás haya sido un hallazgo aleatorio.
Aún así, anotaron los investigadores, los hallazgos sugieren que mantener el consumo de sal de los niños en un nivel bajo podría al final tener cierto impacto sobre su peso.
Sandon se mostró escéptica. «Afirmar eso es decir demasiado», aseguró. A los niños que les gustan los refrigerios salados quizás beban bebidas endulzadas porque les gusta su sabor, explicó Sandon, no porque el sodio les obligue a ello.
«En realidad, la moraleja es que tenemos, en general, que elegir opciones más sanas en la dieta», apuntó Sandon.
Kristi King, vocera de la Academia de Nutrición y Dietética (Academy of Nutrition and Dietetics), se mostró de acuerdo en que lo que importa es la dieta y el estilo de vida en general.
«No necesariamente podemos decir que la obesidad infantil sea culpa de la sal, ni culpa de las bebidas endulzadas con azúcar», señaló King, dietista principal del Hospital Pediátrico de Texas, en Houston.
Pero añadió que el estudio es una «gran alarma» para que los padres observen los hábitos de alimentación de sus hijos, y los suyos propios.
«Los niños aprenden mediante el ejemplo, así que si los alimentos ricos en sodio y las bebidas endulzadas con azúcar están disponibles en la vivienda y los padres los consumen de forma regular, [los niños] también serán más propensos a consumirlos», advirtió King.
Enlace de la notícia:
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/news/fullstory_132144.html