El propósito sano es comer de seis a siete nueces cada día durante varios meses y comprobar sus efectos positivos en la salud cardiovascular y en el peso.
El vínculo saludable reconocido y atribuido a las nueces es su protección del corazón. Aunque son alimentos grasos, como el resto de frutos secos, el tipo de grasa que contienen es rica en ácidos grasos insaturados y mejora los parámetros cardiovasculares (colesterol, salud de las arterias e hipertensión) sin alterar ni el peso ni la composición corporal.
El estudio Predimed (Prevención con Dieta Mediterránea) destaca que los frutos secos y el aceite de oliva virgen son los dos alimentos considerados imprescindibles para que una dieta contribuya a la reducción de los factores de riesgo cardiovascular.
Al mismo tiempo, se reconoce que comer nueces es positivo en caso de diabetes, ya que la concentración de sustancias bioactivas de las nueces podría proteger contra los procesos de inflamación crónica asociados a la resistencia a la insulina y a la diabetes, e incluso, la capacidad antioxidante de sus componentes protegería frente al Alzheimer.
Un mes a prueba
Ante todos estos beneficios para la salud humana, Eroski Consumer propone a los lectores ponerse a prueba y comprobar los efectos del consumo regular de nueces. Antes de comenzar, interesa conocer el estado nutricional individual, para lo que es preciso hacerse un análisis de sangre sencillo en el que se evalúen los niveles de lípidos plasmáticos (colesterol total, LDL colesterol, HDL colesterol, triglicéridos) y glucosa, entre otros, y conocer el peso y el porcentaje de grasa corporal.
Determinadas farmacias disponen del servicio rápido de análisis de sangre y de una máquina de control de peso y análisis de la composición corporal, suficiente para iniciar la prueba.
La propuesta de Eroski Consumer consiste en comer cada día, durante tres meses, de 30 a 35 gramos de nueces (6 o 7 unidades sin cáscara). Este puede ser el momento idóneo para comenzar a hacer cambios positivos de los malos hábitos alimentarios, al tiempo que se introduce un alimento con propiedades nutritivas y saludables muy interesantes.
Para ello, el primer paso es revisar la dieta e incluir un puñado de nueces a cambio de prescindir de otro alimento graso que se coma de forma habitual en la dieta diaria. Las nueces son el sustituto perfecto de la mantequilla o la margarina del desayuno, del queso de untar o el trozo que se ingiere después de comer o cenar, del embutido o el paté de almuerzos o meriendas y hasta de las patatas fritas de aperitivo.
Comer nueces no engorda.
Hay quien cree que comer nueces, como frutos secos y alimentos energéticos y grasos que son, puede suponer ganar peso, una razón por la cual no se consumen a diario o con la frecuencia deseada.
Ante esta circunstancia, son numerosos los estudios científicos que han probado si la ingesta diaria de una cantidad determinada de nueces incidiría en el peso y en la composición corporal de los consumidores habituales. Los estudios epidemiológicos muestran una relación inversa entre la frecuencia del consumo de nueces y el índice de masa corporal.
En España, los resultados que corroboran tal información derivan del estudio Predimed, que ha comprobado que tras la ingesta de una cantidad moderada de frutos secos no se registraron aumentos de peso entre los sujetos.
En función de estos datos, se puede concluir que el consumo diario de 30 o 35 gramos de frutos secos no tiene influencia negativa en el peso corporal total, pese al aporte extra de calorías a la dieta que suponen. En los casos en los que se ha ganado peso, este ha sido mucho menor de lo esperado y poco o nada significativo.
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