Con el paso del tiempo, la industria alimentaria ha estado obligada por las nuevas normativas, a modificar las etiquetas que envuelven los alimentos. Pero, a pesar de eso, aún quedan muchas lagunas y la información que se ofrece, no siempre es fácil de interpretar.
Si eres el típico consumidor que lo único que hace es mirar la parte frontal de un producto envasado y lo compras en función a lo que te indica su etiqueta frontal, lo siento pero te estas dejando engañar.
El ritmo de vida, el estrés, el trabajo, etc hace que compremos de manera rápida y en muchas ocasiones, de manera compulsiva sin analizar correctamente si el producto que estamos comprando es o no saludable.
En consulta, cuando enseñas a los pacientes a leer una etiqueta, se dan cuenta de la gran ESTAFA que existe y de lo fácil que es vendernos cualquier cosa como saludable.
Ejemplo de ello, son los pasillos que encontramos en cualquier supermercado con cereales, panes, galletas, que por mucho que nos indiquen «bio», «eco» o «sin azúcar», son alimentos altamente procesados, de mala calidad y además hipercaloricos.
Aunque parezca triste, no podemos dejarnos guiar por la parte frontal del producto. Más bien, debemos voltear el producto, mirar con lupa los ingredientes y los valores nutricionales y posteriormente, tener en cuenta de que está hecho el producto y cuales son los nutrientes que lo componen.
Por ejemplo, lo primero que enseño a todos mis pacientes es a valorar la cantidad de azúcar que tiene un alimento. Sí has leído bien, azúcar! Nada de grasas, nada de proteínas. Vamos a centrarnos en los hidratos de carbono simples, y solo con esto, ya haremos una compra muchísimo más saludable.
Para empezar, descarta cualquier alimento sólido, dónde el aporte en azúcar sea superior a 10gramos por cada 100g. Solo mirando esto, vas a ahorrarte mucho dinero en alimentos de muy mala calidad, seguramente bajarás algo de peso y lo que es mejor, empezarás a tener una dieta más saludable.
La indústria alimentaria no tiene ni un pelo de tonta. Así que cada vez, se nos hace más difícil encontrar la palabra azúcar dentro de su listado de ingredientes, por ello, suelen usar términos, como jarabe de, sirope de, jugo de… o por ejemplo, dextrosa o sucanat. Por lo que, desgraciadamente muchas personas al leer y desconocer que significa, no lo interpretan como alimentos con azúcar.