Para muchos padres, ver a sus hijos pequeños comiendo tierra puede parecer algo normal, pero no lo es cuando se vuelve un hábito, se trata de un trastorno alimenticio conocido como la Pica.
Este trastorno alimenticio puede darse en niños normales, entre uno y seis años de edad o en embarazadas durante el primer y segundo trimestre de gestación, donde la persona se habitúa a ingerir o lamer objetos o sustancias no comestibles, como tierra, barro, yeso, pintura, insectos, arena, tiza, jabón, pasta de dientes, entre otros.
La pediatra Elizabeth Santos, señala que por el hecho de que el niño coma tierra un día, no significa que tenga el trastorno. Para dar ese diagnóstico el individuo debe tener al menos un mes comiendo este tipo de objetos o materiales no comestibles. Los niños autistas o con problemas mentales pueden adquirir este hábito.
El nombre de este trastorno se deriva de un ave conocida como urraca que también se le llama Pica Pica, la cual como parte de su comportamiento, acostumbra a no desechar ningún alimento, y es frecuente verlas alrededor de las carreteras buscando cualquier cosa comestible, dijo.
Según Santos, aún no se tiene clara la causa directa de este trastorno, pero en la mayoría de los casos quien recurre a este hábito lo hace por alguna deficiencia nutricional, siendo las causas más frecuentes la falta de zinc o de hierro. No obstante, hay que revisar el trasfondo psicológico. En la embarazada la falta de calcio puede conducirla a comer tiza.
No es algo normal
Es un comportamiento que los padres no deben asumir como algo normal, porque quizás ellos también comieron tierra cuando pequeños y nada pasó. Es vital que presten atención para corregirlo a tiempo, resalta. La pica es común en el país. Para Santos, los casos más frecuentes que ha tratado han sido por la ingesta de arena y tierra. Explica además, que del 10 al 30 por ciento de niños normales entre uno y seis años puede llegar a padecerlo. Sin embargo, cuando hablamos de infantes con trastornos mentales, las cifras varían.
Es importante la vigilancia de sus hijos, para evitar daños severos como la obstrucción intestinal por la ingesta excesiva de los materiales no comestibles.
El primer paso
Después de sospechar que su hijo padece este trastorno es llevarlo a su pediatra para que éste a través de los análisis pertinentes determine si existe alguna deficiencia nutricional de zinc o hierro, y si el caso lo amerita recurrir al apoyo psicológico, sugiere la pediatra. Corregir esta conducta inadecuada es lo principal en el tratamiento. En la mayoría de los casos en dos o tres meses dejan de hacerlo, aunque algunos lo pueden seguir hasta la adolescencia.
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