No me lo trago

Sabemos que cuerpo, mente y alma están totalmente vinculados entre sí y que lo que le afecta a uno, le afecta al otro. La interconexión y efectos del uno sobre el otro, en nuestros tiempos, es innegable y creo que por eso, si se pretende abordar un problema de salud de manera integral, hay que abordar estas tres instancias.

Más concretamente en el tema de la alimentación podemos observar como en el uso de nuestro lenguaje más coloquial y popular vemos de forma muy simple y sencilla la conexión que existe entre la alimentación y algunos fenómenos psíquicos que experimentamos las personas.

He aquí algunos ejemplos bien simples e ilustrativos que lo demuestran: decimos “no me lo trago” cuando nos referimos a que no nos creemos algo; “está como un queso”, cuando pensamos que alguien es físicamente atractivo; “ es muy dulce”, cuando alguien es amable, atento y cariñoso; “no lo trago”, cuando nos referimos a que no nos cae bien alguien, “está amargada”, cuando no vemos satisfecha a una persona, “necesita digerir lo que le ha ocurrido” cuando alguien ha tenido una experiencia personal difícil y complicada o “más largo que un día sin pan”, para referimos a que nuestra jornada ha sido agotadora.

Alimentarnos es un proceso que va mucho más allá de la mera ingesta de alimentos porque no sólo nos nutrimos de alimentos, sino que también nos nutrimos de emociones y necesitamos tener muy presente esta idea para poder optar a tener una salud óptima. No sólo nos podemos intoxicar con determinadas substancias o con un mal uso de éstas, sino también con una mala gestión emocional y relacional.

No es ni mucho menos casualidad que debajo de los trastornos de alimentación y muchísimas otras enfermedades -desde la más temprana edad y hasta la edad adulta- haya un tema emocional latente, susceptible a un tratamiento, si se pretende conseguir una salud estable y completa.

Alimentar a nuestro cuerpo es fundamental para nuestra supervivencia y para poder optar a una vida humana íntegra,  pero alimentar nuestra mente y nuestra alma es esencial para poder vivir con calidad y con verdadera salud.

 

Núria Castelló

Psicologa-Psicoterapeuta 

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