«Todos los productos que prometen beneficios para la salud han de someterse a evaluación», indica la experta en alimentación Manuela Juárez Iglesias.
La experta en alimentación y salud e investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Manuela Juárez Iglesias ha declarado este jueves que «todos los productos que prometen beneficios para la salud han de someterse a la evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)«. Según la experta, «el reglamento europeo establece las reglas que deberán seguirse por parte de la industria para poder afirmar que un alimento contiene determinadas propiedades saludables». Juárez dirige estos días el encuentro de verano organizado por la sede sevillana la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) ‘Alimentación y salud. Alimentos funcionales’.
En declaraciones a Europa Press, Juárez ha explicado que el reglamento «recoge las rigurosas restricciones y cautelas establecidas para las alegaciones, así como las exigencias para probar el efecto beneficioso de un alimento«. En cuanto al uso de estos productos saludables, denominados «alimentos funcionales», la experta asegura que son muchos los que ya están en uso, y está convencida de que «probablemente serán la herramienta más importante de la ciencia de la nutrición del futuro».
Según la experta, «en la sociedad industrializada se demandan cada vez más alimentos que proporcionen beneficios para la salud o la reducción del riesgo de sufrir enfermedades, y el reglamento del EFSA supone un avance importantes en la regulación de publicidad y etiquetado de esos alimentos». En este sentido, Juárez destaca algunos de los aspectos incluidos en la normativa, como la prohibición de incluir alegaciones terapéuticas o curativas, las restricciones en las alegaciones destinadas al público infantil o la prohibición de atribuir propiedades saludables a bebidas con graduaciones superiores al 1,2% de alcohol.
La investigadora ha explicado que son múltiples las posibilidades de elaboración de alimentos funcionales, «basadas en el enriquecimiento de un alimento funcional con ingredientes con actividad biológica, en la separación de constituyentes no deseados o en la sustitución de componentes negativos por otros con efectos positivos». Además, asegura que existen evidencias científicas que demuestran la presencia de estos efectos beneficiosos.
En cuanto al origen de los alimentos funcionales, Juárez señala que «surgieron en Japón a finales de los años 80«, aunque reconoce que la mayoría de las publicaciones sobre la materia han surgido después del año 2005. Esto según ella «indica el aumento espectacular de este tipo de estudios en los últimos años». Además, Juárez afirma que en España «el valor de los alimentos funcionales crece por encima del 14%, estando el valor de los productos comercializados por encima de los 3.500 millones de euros«.
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