Revistas, programas de televisión, libros, aplicaciones para móvil, todo un conjunto de herramientas para saber que comer, como comerlo y con que frecuencia, pero, ¿realmente comemos bien?
Hablando de mis experiencias en la consulta os puedo asegurar que cuando le preguntas a un paciente como definiría su alimentación, la mayoría suelen decir; buena, como de todo. Pero en cuanto sueles hacer preguntas más específicas, te das cuenta que su percepción es muy diferente a la realidad. O al menos, a la realidad de un especialista de la nutrición. Ya que hay quien considera que comer la lechuga que lleva una hamburguesa, es comer verdura.
Para que podáis analizar vuestra alimentación os voy a proponer un par de preguntas y os las pensáis:
- ¿Cuantos extras comes al día? Considerando extras bollería, dulces, chocolate, zumos, refrescos, comida precocinada, fritos, rebozados, embutido o snacks. Si es 0, vamos bastante bien.
- ¿Cuantas raciones de verdura consumes a la semana? Si es 0, en este caso…ya no vamos tan bien.
Estas dos preguntas son una manera de reflexionar y de poder analizar nuestra alimentación globalmente, ya que en muchas ocasiones, son tan repetitivos nuestros hábitos, que al final no les damos importancia.
Pero si nos imaginamos a un joven de 20 años deportista, que cada día a media mañana con su bocadillo consume un refresco, está aportando diariamente 129 calorías extra solo en una ingesta y en forma de líquido, que sacia menos. Y aún le queda todo el día para seguir aportando alimentos a su organismo y si lo hace siguiendo este ritmo, puede ser que aporte fácilmente, cerca de 500 calorías. Casualmente, las mismas calorías que aporta 250 gramos de pan integral.
Con esto quiero llegar a la conclusión que a veces solo pensamos en nuestra alimentación cuando estamos consumiendo un alimento, un plato que consumimos muy esporádicamente. Pero al final, lo más importante es tener en cuenta lo que consumimos diariamente y en todas y cada una de las ingestas.
