Comida basura

Comida basura, comida chatarra, fast food ¿quién no ha comido alguna vez un producto de estos?

Cada vez encontramos más variedad de estos alimentos y cada vez somos más adictos a ellos. Ya sea por su sabor, por su rápido, por su bajo precio o bien, por su exquisito sabor gracias al glutamato monosódico. 

Si nos paramos a pensar por un instante, cómo puede ser que  un bocadillo, sea cual sea el tipo de pan, puede llevar una porción de carne a un precio tan bajo? Por que si vamos a una carnicería y compramos los mismos gramos de carne, veremos que cuesta la mitad que todo el menú.

Y con el menú no solo pagamos ese «trozo de carne» sino que pagamos, la lechugita, el ketchup, el queso, el refresco, las patatas,  el impuesto correspondiente,  la mano de obra, etc.  Algo hay que no encaja.

Además de consumir una carne algo sospechosa «para mi», la comida basura se llama así porque su aporte nutricional  no sirve para nada. Es decir, aporta  muchas calorías, grasas, sal, condimentos  y azúcares de los cuales no podemos sacar provecho.  Bueno sí, solo para una cosa. Para tener más apetito y más sed, así consumimos otra ración de comida basura.

Sin darle «mucha importancia» a todas las enfermedades que se relacionan con este tipo de comida, como por ejemplo obesidad, colesterol, hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc.

Es tanta la satisfacción de los empresarios que se dedican a este mundillo, que desde hace unos años, quieren venderos una nueva imagen. Es más, el jefe ejecutivo de McDonald’s, Don Thompson, declaraba que el objetivo es que los clientes piensen en esta cadena de hamburgueserías como en un “restaurante que cocina comida fresca de alta calidad”. Por eso, dan la opción a los niños de comerse de postre unos palitos de manzana con crema de chocolate.

Lo que yo no entiendo es si yo pelo una manzana en mi casa se  me oxida y se pone negra, ¿cómo que a ellos no? Seré yo que hago algo mal.

Otras opciones «más saludables» que se han ido ofreciendo, como por ejemplo patatas con un 30% menos de calorías y un 40% menos de grasa, o bien, pizzas con una masa elaborada con varios cereales y miel, han sido un fracaso.  Y la explicación está en un estudio elaborado por  Universidad Duke, en Carolina del Norte. El cual indica que  cuando el menú de un restaurante de comida rápida incluye una opción sana como la ensalada, el hecho de considerar la opción de pedirla satisface la mala conciencia de la mayoría de consumidores que acaba decantándose por la vía más calórica.

En fin, está claro que la crisis no ayuda a que podamos ir a comer o a cenar a restaurantes normales donde ofrezcan comida fresca y saludable, pero si que es cierto, que deberíamos intentar moderar el consumo de todos estos alimentos. 

Ya sea fuera de casa como en casa, ya que cada vez compramos más alimentos preparados, pre-cocinados, etc. Los cuales, al final tienen las mismas característica nutricionales que la comida basura que compramos en restaurantes. Es decir, muchas calorías, grasas, azúcares, sal  y pocos nutrientes necesarios.

 

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